Luis y Claudia se enfrentan sobre cómo han de proceder ante la documentación salvada de la trituradora que les ha entregado el cónsul. El embajador quiere ponerlo cuanto antes en conocimiento del ministerio, pero Claudia le convence, con ayuda de Carlos, para que investiguen por su cuenta. La posible denuncia de la trama corrupta ante la fiscalía necesita pruebas más contundentes y, para conseguirlas, el cónsul se ve obligado a espiar y grabar clandestinamente a los rivales del embajador. Y Luis, entretanto, no puede mantenerse ajeno a la corrupción: el empresario que le prestó el dinero para salvar a Ester quiere cobrarse el favor. Para Claudia resulta imposible olvidar su aventura con Carlos y la convivencia solo sirve para complicar las cosas.