Rafa cumple 65 años y, a su edad, sabe de sobra que las cosas salen siempre peor de lo que uno espera. Lo que él espera es que su hijo pequeño llegue tarde al cumpleaños y pase la mitad de la velada hablando con el móvil. Que su hija mediana, si es que llega, lo haga más tarde aún y sin regalo. Que su hija mayor no pare de meter cizaña sobre la mediana, y que su mujer simule todo el rato que son una familia perfecta. Eso es lo que Rafa espera.