Sin dudas, Angélica está en crisis. Su madre ha muerto hace poco, tiene que vaciar la casa de su infancia porque van a demolerla, no parece haber superado la ruptura con su ex y está por cumplir 40 años. Sin saber cómo enfrentar ninguna de estas cosas, escapa hacia el pasado: se refugia en secreto en la casa de su infancia y, mientras a su alrededor las paredes se derrumban, la realidad se enrarece. Escondida en esa casa que es a la vez guarida y trampa, Angélica se va perdiendo a sí misma para fundirse con su madre.