Danny y Jennifer son una pareja casi perfecta: lo único que les falta es un bebé; pero Danny, al principio, no está muy convencido, aunque, finalmente, la adoración que siente por su mujer lo anima a desear un niño que tenga con una sonrisa como la suya. Sin embargo, toda su pasión y dedicación resultan inútiles, lo que da lugar a una situación de inestabilidad sentimental permanente, debido a la tensión que les provoca la clínica de fertilidad y la tentación de nuevos romances.